No te sientas culpable por estar triste o enfadado ni lo intentes esconder; son reacciones normales y necesitan ser expresadas.
Comparte lo que sientes con familiares o amigos. Seguro que les gusta escucharte y, además, podrán brindarte el apoyo que necesites.
No olvides tomarte la enfermedad con grandes dosis de paciencia. Puede que estés mucho tiempo sin siquiera notar que tienes EM, o puede haber momentos en los que sufras un brote, te encuentres especialmente mal y necesites ir al médico o al hospital.
Es importante que recuerdes que siempre tendrás a alguien con quien contar, y que tanto tus familiares y amigos, como los especialistas médicos estarán ahí ante cualquier duda y preocupación. Existen también gran cantidad de entidades de pacientes a las que puedes dirigirte y para beneficiarte de actividades relacionadas con la EM, sobre todo las de tipo terapéutico, para relacionarte con gente que tiene tu misma enfermedad. No ha de darte miedo ni vergüenza pedir ayuda.